jueves, 15 de mayo de 2008

Festival de la Palabra "PREMIO CERVANTES,2007"

24 de abril de 2008,

6 de la tarde


SEBAS HIDALGO

Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares

Antonio Gamoneda, Juan Gelman y Gonzalo Rojas


Por encima de cualquier otra cosa, en el acto de hoy se respiraba solemnidad. Seguramente más que en el día de ayer. Aunque ya se sabe, el Rey, el presidente del Gobierno, Ministros…, es decir, las altas personalidades políticas que con tantas medidas de seguridad y protocolo se acompañan levantan mucha expectación, pero lo que se dice solemnidad, aquí y hoy, la ha habido a raudales. Ni que decir tiene que a esas reuniones de tan altos vuelos me está vedado asistir por dos razones: la primera por personalidad irrelevante (para ser invitado, se entiende), la segunda, a esas intempestivas horas, por estricto cumplimiento de obligación laboral.

Esta tarde, sin embargo, he podido asistir a esta irrepetible reunión de tres de los poetas que han sido galardonados con el Premio Cervantes: Gonzalo Rojas (Chile, 1917), Antonio Gamoneda (España, 1931) y Juan Gelman

Solemnidad, como ya he dicho, no faltaba. El rector, vicerrectora, doctores, profesores, y demás asistentes, relacionados o no con la Universidad (entre estos últimos me incluyo), llenábamos a rebosar el Paraninfo. Pero quienes verdaderamente otorgaban la carta de solemnidad al encuentro eran los tres poetas. Si sería importante e irrepetible la convocatoria que numerosas cámaras, fotógrafos y periodistas ocupaban los mejores lugares para levantar acta de lo que allí iba a suceder.

Ofreció una introducción el profesor Antonio Fernández Ferrer, y lo que sucedió después fue que los poetas hablaron, - poco, la verdad -, y recitaron,- mucho y bueno -. Hablaron con el manejo de la palabra que es connatural en un poeta, y con el aplomo, la lentitud y la solemnidad que dan los años y la experiencia de toda una vida. Los poetas, antes de leer sus versos, hablaron de la palabra, de la poesía, de cómo y de qué manera se enfrentaban al poema, de qué les motivó para elegir la manifestación poética; hablaron de su situación personal vivida, - guerra civil española, Gamoneda; dictadura argentina y exilio, Gelman; dictadura chilena y exilio en Alemania y Venezuela, Rojas- y de sus preocupaciones actuales.

Recitaron los poetas y su voz lo llenaba todo de solemnidad: la sala, el aire y los oídos y el cerebro de quienes escuchábamos. Todos en un riguroso silencio. Ni una tos, ni un parpadeo, ni el crujido de los bancos de madera…, digamos que como en misa. Estábamos en ese momento en la liturgia del verso en boca de sus divinidades los poetas y no había lugar para distracciones.


Habló y recitó en primer lugar Juan Gelman –tuvo el honor del premiado, las manos aún impregnadas del olor a tinta del galardón cervantino recibido el día anterior- . Su voz grave, pausada, argentina, cargada de silencios y de frases contundentes, recordó, como en su discurso al recoger el premio, que utiliza la poesía en legítima defensa. “Nadie sabe qué es la poesía”, dijo, y añadió “yo podría proponer que es un árbol sin hojas que da sombra”. La poesía también ha sido el vehículo de defensa contra la injusticia social, la tortura, el exilio y la memoria histórica.

Y antes de recitar alguno de sus poemas como La manzana, Sucederá o Novedades, propuso crear el Instituto de Estudios Latinoamericanos (apadrinado por los tres poetas en el mismo acto) una cátedra a Carlitos Gardel . La sala rió la ocurrencia, pero no por considerarlo un despropósito, sino por todo lo contrario, presumo. ¡Carlos Gardel! ese dios hecho hombre, una voz que dejó escritos los Evangelios del tango; un hombre que ocupa un lugar preeminente entre el politeísmo terrenal; muerto ya y resucitado, y presente, día a día en toda la faz de la tierra, en boca y canto de fieles y creyentes que no le apean de sus altares.

Recitó Gelman algunos poemas. Entre ellos Sucederá, del cual reproduzco un fragmento,

“Cuando alma y espíritu/ y cuerpo sepan, / y la luna sea bella porque la amé/ y el mundo esté parado al filo/ de la memoria y/ sangre la luz detrás/ del baño de su gracia,/ obligaremos al futuro/ a volver otra vez. Allí/ todos los ojos serán uno/ y la palabra volverá a palabrear/ contra sus criaturas./ Se acabará la eternidad y el poema/ buscará todavía su/ tripulación y lo/ que no pudo nombrar, tan lejos”.

El enlace que sigue te permitirá leer el discurso de Juan Gelman al recoger el Premio Cervantes de 2007.

http://www.uah.es/universidad/premio_cervantes/documentos/discurso_gelman.pdf


A continuación le tocó el turno a Antonio Gamoneda, premiado con el Cervantes de 2006. Si algún aspecto se ha de destacar sobre los demás en su ideario poético es la mella que sobre su persona (y por añadidura, sobre toda su familia) dejó la siempre maldita guerra civil española. León, la ciudad en la que vivió desde niño, aunque él es natural de Oviedo –dijo-, tiene el lamentable honor de ser la ciudad española donde se ensañó en mayor medida la represión franquista. Señaló al Hospital de San Marcos (hoy Parador), como edificio suficientemente conocido por su arquitectura renacentista con fachada plateresca, y como la cárcel donde se llevaron a cabo las más atroces torturas y crímenes durante los diez años siguientes al fin de la guerra. Que tiene razón lo demuestra que, a raíz de la ley de memoria histórica (aprobada en octubre de 2007), ha sido en la provincia de León donde más fosas comunes se han hallado; los cadáveres encontrados constatan de manera incontestable las ejecuciones

sumarísimas y asesinatos que se cometieron. La victoria rebelde pasó por la venganza y el exterminio, por la muerte al margen de la justicia, sin cargos y sin defensa y, en muchísimas ocasiones, consentidos, cuando no propiciados y autorizados por la Iglesia. ¿Dónde la piedad del vencedor? ¿Dónde la piedad cristiana?

A Gamoneda le robaron la alegría infantil, marcada para siempre por una vivencia de la pobreza, la represión y la muerte que va a ser tema recurrente en toda su obra. Le robaron la infancia y también la juventud. Y ese latrocinio le causó un dolor tan intenso que se infiere que Antonio Gamoneda es un poeta al que le duele España (como ya lo expresó Unamuno); esa página tan negra que se ha ido escribiendo durante cuarenta años de nuestra reciente historia y, lo que a él más le afecta, durante una gran parte de su vida.

Sin apearse de la ironía que manifestó en su introducción, llegó a decir que en la mesa estaban dos grandes poetas y él, alguien que esperaba que le llegar por cercanía el don poético que le transmitían Gelman y Rojas.

Recitó a continuación tres poemas inéditos que podrían formar parte de su próximo libro y que traía escritos en unos cuantos folios. A la espera de su publicación, y después de la escucha, sigo insistiendo en que este poeta se morirá con una herida abierta. No ceja en su intento de lavarle la cara a nuestra historia más cercana, de empujar a la sociedad para que, sin ánimo de venganza, de oportunidad de redimir las atrocidades soportadas. Más, hoy por hoy, no parece que ni política ni socialmente haya unanimidad a la hora de cerrar esa página de la historia del siglo XX escrita con los renglones tan torcidos.

De Después de veinte años, uno de los poemas recitados, se transcribe a continuación un fragmento:

Cuando yo tenía catorce años, / me hacían trabajar hasta muy tarde. / Cuando llegaba a casa,/ me cogía/ la cabeza mi madre entre sus manos./ Yo era un muchacho que amaba el sol y la tierra/ y los gritos de mis camaradas en el soto/ y las hogueras en la noche…/ Veinte años./ He sido/ escarnecido y olvidado…/ tierra incansable,/ firma/ la paz que sabes.

Puedes leer a través de este enlace el Discurso de Gamoneda al recoger el Premio Cervantes en 2006.

http://www.uah.es/universidad/premio_cervantes/documentos/discurso_gamoneda.pdf


Por último fue el poeta Gonzalo Rojas, tocado con una gorra marinera similar a la que usaba Neruda, quien divirtió a los asistentes con su especial gracia y su tono humorístico. El chileno, a sus noventa y un años, -con una vitalidad veinteañera-, y con evidentes dificultades en su ya maltratada voz ( recordó que toda su vida fue asmático) explicó su modo de abordar la poesía, y cómo a veces de situaciones dramáticas y trágicas obtenía un gran rendimiento poético. Oyéndole recitar uno se da cuenta de su facultad para atrapar al oyente, subirle en el vagón de la montaña rusa levantada en el poema y, ya sin escapatoria, emprender un viaje veloz a través de sus versos. Una muestra la tenemos en su poema Desocupado lector, que abre Inconcluso, el pequeño libro editado por la Universidad de Alcalá de Henares y dedicado por el poeta a “sus amigos los estudiantes de esta universidad”.

Cumplo con informar a ustedes que últimamente todo es herida: / la muchacha/ es herida, el olor/ a su hermosura es herida, las grandes aves negras, la inmediatez/ de lo real y lo irreal tramados…

De verso vivo, voraz con el lenguaje, prestidigitador de palabras que adquieren brillo y belleza al sacarlas de su chistera, y que nunca pensábamos que pudiera tenerlas ahí guardadas y tan útilmente utilizadas luego en el poema. Él está inmerso en cada uno de sus poemas. Leyéndolos conoceremos su pensamiento, su sentir, su personalidad, la infatigable vitalidad que embauca a quien tiene el atrevimiento de acercarse a su poesía.

Puedes leer a través de este enlace el Discurso de Gonzalo Rojas al recoger el Premio Cervantes en 2003.

http://www.uah.es/universidad/premio_cervantes/documentos/discurso_rojas.pdf


Finalizado el acto, se aplaudió generosamente la faena de las tres figuras. El público comenzó a moverse con lentitud hacia la salida con una media sonrisa en la boca. Bien a la vista estaba que la puerta del Paraninfo era más pequeña que grande, si no, por ella hubieran salido los tres poetas a hombros. Aunque con menos peligro, faenas memorables también se dan fuera de Las Ventas. Y bien mirado, y si de ilustres lugares se trata, este coso del Paraninfo ha visto pasar por su tribuna las más grandes figuras del arte de las letras.

Y para cerrar esta crónica recogeremos unos versos de aquél de cuya culpabilidad nadie duda de ser el promotor de lo que hoy aquí ha sucedido y sucederá todos los meses de abril venideros:


Y luego, in continente, / caló el chapeo, requirió la espada, / miró al soslayo, fuese y no hubo nada.(Miguel de Cervantes)

miércoles, 30 de abril de 2008

II FESTIVAL INTERNACIONAL DE ÓRGANO "Ciudad de Alcalá"

Catedral-Magistral de Alcalá de Henares
Sábado, 5 de abril de 2008

SEBAS HIDALGO
Los participantes en el primer concie
rto del II Festival de Órgano "Ciudad de Alcalá" han sido:

- Schola Cantorum de Alcalá de Henares
- Sociedad Lírica Complutense
- Organista: Liudmila Matsyura

La Schola Cantorum fue fundada en 1974 y se considera el conjunto coral de más entidad y solera de cuantos existen en la ciudad. Con un amplio repertorio de diferentes épocas y estilos ha actuado en escenarios nacionales e internacionales cosechando notables éxitos. Desde 1992 está dirigido por Nuria Matamala.

La Sociedad Lírica Complutense fue fundada en 1998 y por un grupo de aficionados al canto coral en su forma más lírica. Está dirigida por Vicente Ariño desde 2003, cargo compaginado con el de director de la Orquesta Ciudad de Alcalá (OCA).

La organista, de origen ruso, ha sido Liudmila Matsyura, diplomada en órgano y piano con la prestigiosa profesora rusa G. I. Kozlova. Desde 1986 hasta 2003 ha sido organista de la Filarmónica de Irkutsk (Rusia). Su repertorio incluye obras desde el siglo XV hasta la época contemporánea, incluyendo los catálogos completos de J.S. Bach, D. Buxtehude y C. Frank.

Desde 2007 es maestra de coro de la Sociedad Lírica Complutense, con los que, además, colabora como solista de órgano, cémbalo y piano. Actualmente es organista titular de la Catedral-Magistral de Alcalá de Henares e impulsora del Festival Internacional de Órgano “Ciudad de Alcalá”.

Hasta aquí la información extractada del programa de mano del Festival.

Empecemos diciendo que la Magistral tenía el aforo completo, como en sus mejores actos litúrgicos; incluso un buen número de asistentes se encontraba de pie en las naves laterales. El público era mayoritariamente adulto, lo que demuestra que la cultura musical clásica no despierta gran interés en la juventud (en general). Por ello, podemos empezar a cuestionar qué se está haciendo desde la enseñanza y desde la cultura doméstica por enseñarles a apreciar los valores musicales. Por supuesto, hay un porcentaje alto de adultos que también tachan la música clásica de aburrida, difícil y elitista.

Un pueblo, una sociedad, un país, que no estima en su justa medida la armonía, la sincronía de voces en un coro, el trabajo de un buen director, las notas –casi celestiales- que un pianista o un organista obtienen de su instrumento, el ímpetu con el que una orquesta se nos echa encima y nos envuelve, la delicadeza sonora de un oboe o un violín, o la partitura de un Mozart, un Chopin o un Rodrigo; un pueblo, decía, que no respira el oxígeno de este tipo de música es como si pasara por la vida sin haber conocido el amor, o sin haber visto nunca un cuadro de Velázquez, o sin haber leído a Machado o a Kafka. No es imprescindible para vivir, pero ¡nos reconforta tanto el haber podido disfrutarlo!. Numerosas y dispares son las opiniones sobre si el dinero da o no la felicidad, sin embargo, estoy convencido de que el arte sí que la da y, espiritualmente, nos colma.

En la presentación tomaron la palabra Luzmila Matsyura, la organista, y el obispo de Alcalá, entre otros. Aprovechó éste último el acto para hacer proselitismo entre los asistentes en una pseudohomilia, corta pero cargada de intenciones espirituales, de acercamiento a Dios a través de la música organística ; interpretación muy personal, ya que ni el festival es de música religiosa, ni todas las composiciones para órgano están inspiradas por un sentido religioso. Aunque sí es verdad que son mayoría.

Han sido dos las composiciones interpretadas:

Tocata y fuga en Re menor BWV565 de Johann Sebastián Bach, y
Gloria en Re mayor RV589 de Antonio Vivaldi.

En muchas ocasiones hemos oído la Tocata y fuga de Bach en discos o en televisión, pero nada tiene que ver con la escucha en vivo, en un magnífico órgano como el de la Magistral, tocado por su organista titular. No sé si eleva hacia Dios, pero quienes asistimos a los conciertos sin predisposiciones especiales que no sean el disfrutar de la música, apreciamos que es en los templos donde la sonoridad e intensidad de un órgano muestra sus mejores matices. Por otra parte, esta Tocata y fuga es la composición para órgano por antonomasia.

Tanto la Schola Cantorum como la Sociedad Lírica Complutense estuvieron a gran altura, logrando una estupenda interpretación en el Gloria de Vivaldi. La suma de los dos coros dotó de más fuerza al conjunto y mostraron al público cuanta belleza hay en ese otro instrumento musical que es la voz humana.

Los aplausos fueron largos y agradecidos. Uno se quedó con ganas de más y habría aguantado estoicamente sentado en los bancos si no fuera porque una hora y media en el templo, en fechas como estas, nos llevan a la antesala de un enfriamiento. Es lo que tienen las piedras.


Sábado, 12 de abril de 2008

En el segundo concierto del II Festival de Órgano actuó nuevamente como solista la organista rusa Liudmila Matsyura. El escenario, la Magistral, como lo será durante todo el festival hasta el 3 de mayo que será clausurado con la actuación de Gereon Krahforst, profesor de órgano en la Universidad de Hannover ( Alemania).

En esta actuación Matsyura ha demostrado sus dotes organísticas al no tener que someterse a partituras en las que los verdaderos protagonistas eran los coros ( como ocurrió en el primer concierto).

Las obras interpretadas fueron:

Preludio en Mi menor
de Nicolaus Bruhns (1665-1697)

Preludio Coral Allein gott in der höh BWV 662
de Johann Sebastián Bach (1685-1750)

Concierto Grosso en Re menor
I. Introducción y fuga ; II. Largo; III. Allegro
de Antonio Vivaldi y Johann Sebastián Bach

L’apparition de l’eglise eternelle
de Olivier MessiaenliO(1908-1992)

Gregoriana – Variaciones sobre el tema « Victimae Paschali Laudes »
de Bernat Juliá (1922)

In paradisum
de Theodor Dubois (1837-1924)

Allegro de la Sinfonía VI
de Ch. M. Oidor (1844-1937)

La interpretación ha sido excelente en el conjunto de las obras. Su dominio y conocimiento del “rey de los instrumentos” (así se le llama en el programa) no ofrece ninguna duda, consiguiendo transmitir a los espectadores la belleza sonora del instrumento a través de las composiciones del programa.

La música religiosa barroca ha surgido de las partituras de Vivaldi y Bach. Sus pentagramas están llenos de vitalidad, de exaltación y de virtuosismo. En el Barroco no se crean obras sólo para acompañar a la voz sino que son, en su mayoría, puramente instrumentales, ganando en libertad y creatividad. Aun así, la música instrumental religiosa se centraba especialmente en el órgano como instrumento más adecuado para las actividades litúrgicas. Bach destapó todas sus esencias musicales en dos modos de entender la música: la fuga y el contrapunto.

La composición de Messiaen discurre por derroteros musicales muy distintos a los barrocos. Suena a música actual, con constantes cambios que no ofrecen una línea melódica fácil de asimilar; con reiterados golpes dramáticos y hasta tenebristas en un “increcendo” que exige al órgano trabajar a máxima potencia. El espectador/oyente queda entonces en manos del compositor, a merced de las notas que todo lo llenan, sometiéndonos a todos a su dictado musical. Poco a poco la obra va decreciendo en intensidad dramática (y en volumen) hasta que finaliza dejándonos en un remanso de paz. Para mi gusto, lo mejor de todo el concierto.

Por último, quiero destacar a Bernat Juliá, un organista mallorquín muy reconocido. En sus “Variaciones” ofrece pasajes de gran belleza, de diferentes tonalidades musicales y, en ocasiones, colorista. Esta obra es más adecuada para audición (no sé con qué intención fue compuesta) que para acompañar actos litúrgicos, debido a su gran presencia y protagonismo y a los variados matices que exigen la máxima atención. Son necesarios en esta ocasión los cinco sentidos.

A los amantes del órgano, decirles que no se pierdan los próximos conciertos que se ofrecerán en la Magistral. Y si no, esperemos el III Festival Internacional de Órgano que tendrá lugar el próximo año en las mismas fechas.

jueves, 6 de marzo de 2008

MALIKIAN (Emoción)

Corral de Comedias, Alcalá de Henares
29 de Febrero de 2008

SEBAS HIDALGO
“Noche mágica en el Corral de Comedias”. Este podría ser el subtítulo de la presentación de Ara Malikian en el pequeño pero cautivador teatro de Alcalá. Las obras: Las cuatro estaciones de Antonio
Vivaldi (1684-1741) y Las cuatro estaciones porteñas de Astor Piazzolla (1921-1992). Vivaldi versus Piazzolla. El barroco italiano frente a la vieja música de baile porteña de los arrabales de Buenos Aires.
Al frente del grupo de cuerda Ensemble (violines, violas, violonchelos, contrabajos y laúdes ára
bes) formado por trece músicos de alto nivel está Ara Malikian; un libanés con residencia en Madrid, nacido en 1968, y de familia de origen armenio. Inició los estudios de violín con su padre con ocho o nueve años y su progreso fue extraordinario; a los doce ya dio su primer concierto. Le fueron concedidas becas en Hannover (Alemania) y Londres. Fue alumno de algunos de los mejores profesores de violín y ha tocado en la mayoría de las grandes orquestas como la Tokio Simphony Orchestra, la Zürich Chamber Orchestra, la London Chamber Orchestra o la Orquesta Sinfónica de Madrid.
Salir a escena y abrirse la caja de las emociones fue todo a una. Si alguien pensaba encontrarse un violinista ortodoxo, estático, serio y académico se equivoca. Malikian es un violinista heterodoxo, divertido, intenso, inquieto (evoluciona en el escenario casi como una
estrella de rock) y acompaña la ejecución de su música con un sinfín de gestos que trasladan al espectador sus propias emociones. Convierte el violín en un ser animado y le extrae sonidos y matices que, al común de los mortales, le resultan impensables. En la obra de Vivaldi (conocida de sobra por todo el mundo) consigue pasajes memorables, de gran fuerza y de alta sensibilidad. Transmite la sensación de hacer fácil lo difícil, hasta llegar al encantamiento. Así nos encontrábamos los asistentes, como la cobra hipnotizada por el encantador de serpientes. Un encantador de serpientes que es uno de los mejores violinistas del mundo.
La segunda parte del concierto lo ocupaba Las cuatro estaciones porteñas . Piazzolla las compuso inspirándose en las de Vivaldi. La similitud reside en la división de las cuatro estaciones del año y en algún guiño en el que reconocemos algunos compases de la obra de Vivaldi. Por otra parte, nos viene a la memoria enseguida la música tanguera y nos recuerda esos bailes porteños de sincronía perfecta y de pasos enrevesados, cargados de erotismo. La obra de Piazzolla camina por las sendas contemporáneas; es intensa, agresiva a veces, y, en otras, se muestra con una delicadeza poética; es antagónica al barroquismo de Vivaldi. (Una amiga, después del concierto, opinaba que le había gustado más la obra de Piazzolla que las estaciones de Vivaldi; la receptividad musical va por barrios). Malikian considera que Piazzolla siempre resulta “inquietante” en sus obras.
Ara Malikian tiene la facultad de entusiasmar a la gente y quienes tuvimos la posibilidad de escucharlo se lo agradecimos holgadamente. No tuvo más remedio que regalarnos un par de bises: Capricho español de Sarasate y otra pieza corta cuyo nombre y autor no pude escuchar bien. Desde aquí recomiendo que escuchéis la obra de Sarasate, si tenéis oportunidad. Está cargada de belleza y de profundas raíces populares españolas; curiosamente, escuchando a Vivaldi, Piazzolla y Sarasate reconocemos las músicas más populares de sus países de origen. Malikian presentó la obra de Sarasate diciendo que “este año se celebra el centenario de la muerte del compositor español y va a ser conmemorado mucho más en el extranjero que en España; un compositor y violinista de tal relevancia que cualquier estudiante de violín no completa sus estudios si no le han exigido tocar tres o cuatro de sus obras”.
Lo dicho, una noche mágica y llena de emociones suscitadas por un gran violinista (sin olvidar el grupo que lo acompañaba) que cada vez tiene más adeptos, repartidos equitativamente entr
e jóvenes y adultos.
¡Qué relación calidad/precio! Por 14 euros, todos los asistentes nos encontramos durante dos horas en la misma antesala del cielo. Un Apolo* con dotes de encantamiento. Un genio.
(*) Apolo.- Dios griego de la luz, de la poesía y de la música.