jueves, 6 de marzo de 2008

MALIKIAN (Emoción)

Corral de Comedias, Alcalá de Henares
29 de Febrero de 2008

SEBAS HIDALGO
“Noche mágica en el Corral de Comedias”. Este podría ser el subtítulo de la presentación de Ara Malikian en el pequeño pero cautivador teatro de Alcalá. Las obras: Las cuatro estaciones de Antonio
Vivaldi (1684-1741) y Las cuatro estaciones porteñas de Astor Piazzolla (1921-1992). Vivaldi versus Piazzolla. El barroco italiano frente a la vieja música de baile porteña de los arrabales de Buenos Aires.
Al frente del grupo de cuerda Ensemble (violines, violas, violonchelos, contrabajos y laúdes ára
bes) formado por trece músicos de alto nivel está Ara Malikian; un libanés con residencia en Madrid, nacido en 1968, y de familia de origen armenio. Inició los estudios de violín con su padre con ocho o nueve años y su progreso fue extraordinario; a los doce ya dio su primer concierto. Le fueron concedidas becas en Hannover (Alemania) y Londres. Fue alumno de algunos de los mejores profesores de violín y ha tocado en la mayoría de las grandes orquestas como la Tokio Simphony Orchestra, la Zürich Chamber Orchestra, la London Chamber Orchestra o la Orquesta Sinfónica de Madrid.
Salir a escena y abrirse la caja de las emociones fue todo a una. Si alguien pensaba encontrarse un violinista ortodoxo, estático, serio y académico se equivoca. Malikian es un violinista heterodoxo, divertido, intenso, inquieto (evoluciona en el escenario casi como una
estrella de rock) y acompaña la ejecución de su música con un sinfín de gestos que trasladan al espectador sus propias emociones. Convierte el violín en un ser animado y le extrae sonidos y matices que, al común de los mortales, le resultan impensables. En la obra de Vivaldi (conocida de sobra por todo el mundo) consigue pasajes memorables, de gran fuerza y de alta sensibilidad. Transmite la sensación de hacer fácil lo difícil, hasta llegar al encantamiento. Así nos encontrábamos los asistentes, como la cobra hipnotizada por el encantador de serpientes. Un encantador de serpientes que es uno de los mejores violinistas del mundo.
La segunda parte del concierto lo ocupaba Las cuatro estaciones porteñas . Piazzolla las compuso inspirándose en las de Vivaldi. La similitud reside en la división de las cuatro estaciones del año y en algún guiño en el que reconocemos algunos compases de la obra de Vivaldi. Por otra parte, nos viene a la memoria enseguida la música tanguera y nos recuerda esos bailes porteños de sincronía perfecta y de pasos enrevesados, cargados de erotismo. La obra de Piazzolla camina por las sendas contemporáneas; es intensa, agresiva a veces, y, en otras, se muestra con una delicadeza poética; es antagónica al barroquismo de Vivaldi. (Una amiga, después del concierto, opinaba que le había gustado más la obra de Piazzolla que las estaciones de Vivaldi; la receptividad musical va por barrios). Malikian considera que Piazzolla siempre resulta “inquietante” en sus obras.
Ara Malikian tiene la facultad de entusiasmar a la gente y quienes tuvimos la posibilidad de escucharlo se lo agradecimos holgadamente. No tuvo más remedio que regalarnos un par de bises: Capricho español de Sarasate y otra pieza corta cuyo nombre y autor no pude escuchar bien. Desde aquí recomiendo que escuchéis la obra de Sarasate, si tenéis oportunidad. Está cargada de belleza y de profundas raíces populares españolas; curiosamente, escuchando a Vivaldi, Piazzolla y Sarasate reconocemos las músicas más populares de sus países de origen. Malikian presentó la obra de Sarasate diciendo que “este año se celebra el centenario de la muerte del compositor español y va a ser conmemorado mucho más en el extranjero que en España; un compositor y violinista de tal relevancia que cualquier estudiante de violín no completa sus estudios si no le han exigido tocar tres o cuatro de sus obras”.
Lo dicho, una noche mágica y llena de emociones suscitadas por un gran violinista (sin olvidar el grupo que lo acompañaba) que cada vez tiene más adeptos, repartidos equitativamente entr
e jóvenes y adultos.
¡Qué relación calidad/precio! Por 14 euros, todos los asistentes nos encontramos durante dos horas en la misma antesala del cielo. Un Apolo* con dotes de encantamiento. Un genio.
(*) Apolo.- Dios griego de la luz, de la poesía y de la música.

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